El trastorno por videojuego es considerado una enfermedad mental.
Hoy en día los niños (as) suelen ocupar su tiempo libre para jugar videojuegos y esto se incrementa en periodo de vacaciones. Nuestros especialistas advierten que debe ser una actividad regulada por los padres.
¡Deja de jugar y ven a comer! ¡Apaga ese aparato y duérmete! ¡Te he llamado mil veces y no me escuchas por estar jugando!, son los reclamos de los padres y se escuchan en los hogares de todo mundo y es que son muchos los niños, adolescentes y algunos adultos que interactúan con los videojuegos en su vida cotidiana. Esta conducta, que siendo en muchas oportunidades normal y autolimitada; puede volverse descontrolada e invadir de tal manera la vida, que el poder concretar cualquier actividad familiar se vuelve un suplicio.
Según explica el Dr. Alejandro Maturana, psiquiatra experto en adicciones de la Unidad de Psiquiatría del Niño y del Adolescente de la Clínica Psiquiátrica del HCUCH, “el trastorno por videojuegos es un tipo de conducta disfuncional en relación al videojuego, la cual se caracteriza por ser un patrón de comportamiento continuo o recurrente y que altera la funcionalidad del sujeto; en los aspectos familiares, sociales, personales y ocupacionales”.
El psiquiatra advierte que afecta principalmente a niños y adolescentes, así como también a adultos que se han criado en la era de la tecnología y en donde las conductas relacionadas a este ámbito están absolutamente normalizadas. “Este trastorno deteriora la calidad de vida de quienes lo padecen, ya que es penetrante, persistente y permanente en sus vidas; especialmente cuando se intenta detener la situación adictiva, provocándose alteraciones conductuales, como por ejemplo, agitación, tensión y agresividad”, detalla el psiquiatra.
¿Cómo detectar si un pariente cercano padece este trastorno?
“Porque presenta conductas disfuncionales, caracterizadas por la incapacidad de controlar el inicio, frecuencia, intensidad, duración y finalización de la conducta de videojuego. Por otro lado, el afectado prioriza el juego frente a otros intereses y actividades diarias; como alimentarse, dormir, ir al colegio o trabajo, reunirse con amistades, entre otros.
Además quienes padecen este trastorno mantienen e incrementan su adicción a pesar de las consecuencias negativas que les pueda generar”.
¿Cuándo acudir a un especialista?
“Cuando finalmente los videojuegos ocupan más tiempo que la vida laboral, familiar, escolar, social y recreativa, es decir, cuando interfieren en la vida del sujeto.
Por lo general, el comportamiento de adicción a los videojuegos se hace evidente luego de un periodo de al menos 12 meses; momento en que se puede dar un diagnóstico. Aunque la duración requerida puede acortarse si el paciente cumple todos los requisitos de diagnóstico y presenta síntomas graves, especialmente en relación a no controlar la conducta del juego”.
El Dr. Maturana aclara que no existe un tratamiento específico para este tipo de trastorno, sino que al igual que en otras adicciones se tratan los síntomas conductuales y también cuando se encuentra una comorbilidad agregada, como, trastornos de ánimo, control de impulsos, trastorno en la línea afectiva, conductual, déficit atencional, entre otros.
¿Cómo prevenir el trastorno por videojuego?
“Los padres tienen que conocer, manejar y comprender los videojuegos y así poder orientar a sus hijos para administrar el tiempo dedicado a los videojuegos. Esto se debe hacer en relación a otras actividades recreativas y familiares de la vida real.
Generalmente el videojuego se administra como una actividad de tiempo libre y eso es lo más complejo porque a veces son difíciles de regular si no existe un mediador activo, es decir, un adulto que coloque los límites.
Además es recomendable supervisar los videojuegos permitidos, ya que hay algunos que recrean temáticas competitivas, violentas y agresivas que trasmiten un sin número expresión de emociones, las que son difíciles de elaborar principalmente por los niños y adolescentes y es ahí donde los adultos tienen que estar para mediar las emociones”.